Tomar
decisiones es, sin duda, uno de los procesos más complejos a los que debe
enfrentarse cualquier persona.
Se dice que
tomamos alrededor de 35.000 decisiones a lo largo de nuestra vida. Directivos y
equipos suelen tomar decisiones precipitadas, lo que puede conducirles a resultados
erróneos.
Tomar
decisiones no es fácil y se convierte en un arte cuando lo hacemos de manera
acertada.
La
experiencia, el raciocinio y la intuición nos ayudan a tomar las mejores decisiones.
Cada decisión que uno ha tomado en la vida hace lo que uno es hoy, por lo que
es importante tomar buenas decisiones para elegir la mejor opción.
Tomar una
decisión supone elegir una opción entre varias posibles y, no eso, no siempre
es fácil.
Muchas
personas se encuentran ante la disyuntiva de elegir entre dos o más opciones,
tanto en el terreno personal como en el profesional.
Nos cuesta
tomar decisiones, a veces por miedo a fallar, a tomar la decisión equivocada,
nos da miedo pasar a la acción una vez tomamos una decisión, nos cuesta tomar
decisiones por exceso de cautela, por incapacitación o por procrastinación.
Quizás por
desconocer lo que realmente queremos, normalmente por falta de propósito, por
no tener un objetivo claro.
Sin un rumbo
fijo, todas las opciones son tan válidas como equivocadas, siempre con un mismo
resultado, una decisión sin respuesta y con poca probabilidad de
materializarse.
Para tomar
buenas decisiones es necesario analizar la situación. Diríamos que para tomar
decisiones hay que tener un plan, establecer un objetico, estudiar la situación
y tener en cuenta las consecuencias. Debemos tener en cuenta que no existe el
riesgo cero. Cualquier decisión lleva con ella un riesgo, una incertidumbre.
Podemos hacer
caso a la razón. En cualquier decisión debemos tener en cuenta la parte
racional y la emocional, la mezcla de las cuales nos hará tomar buenas decisiones.
Aunque un buen consejo sería no tomar decisiones en caliente. Debemos tomarnos
nuestro tiempo y es necesario pensarlo en un ambiente tranquilo y sereno,
respirar hondo y pensarlo varias veces. Esa es la mejor manera de tomar una decisión.
Equivocarse es
humano. Equivocarse no es sinónimo de fracaso, sino de aprendizaje.
El error te
permite analizar y aumentar tu capacidad de aprendizaje. Es necesario asumir
tus errores como parte de tu crecimiento personal.
Una vez
sabemos todo esto, es necesario tomar una decisión: “ver lo que ocurre y no hacer
nada” o “hacer que las cosas pasen.


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